La causa principal de este hecho es bien sencilla: la fuente principal y materia prima para hacer el whisky es el cereal, el cual también es una gran fuente de alimento para otros seres no demasiado deseados en un almacén de grano: roedores, ratas y ratoncitos. Estos animales, aparte de devorar sin parar el preciado y caro grano, son portadores de enfermedades, como la rabia, pulgas y hasta transmisores de la temida peste como origen.
Los destiladores, desesperados para paliar este gran problema, y sin soluciones químicas domo las que ahora tenemos, recurrieron a la madre naturaleza con su depredador natural: el gato.
Los jefes de las destilerías pensaron deprisa, y comprendieron que estos felinos lo único que piden es un techo caliente sobre sus cabezas, de vez en cuando un poco de leche y lo más importante, una fuente de alimento interminable. Y las destilerías lo tenían absolutamente todo. El principio de una larga relación había empezado.
Normalmente eran los gatos de la calle, sin demasiado encanto, los cuales apreciaban el techo y comida diaria, y sabían que si encontraban estos básicos en un sitio, muy probablemente se quedarían para siempre.
Hay múltiples ejemplos de grandes (pequeños) felinos que controlaron la población de ratoncitos de las destilerías, haciendo así la vida de los destiladores mucho más fácil. Esta relación empezó hace muchos años, y se mantiene actualmente, aunque ahora simplemente los gatos hacen un papel histórico y cultural, como atender visitas, hacer de guía para los visitantes y hacer algunas trastadas. En definitiva son gatos, y ya sabemos como son.
La lista de gatos ilustres la comenzamos con Tommy, la bestia de tres patas, protector de Ardmore. Era un felino violento y con la cabeza muy grande, según describen los trabajadores de la destilería. Vivió en Ardmore y controló la población de ratones desde los 80 hasta los 90, hasta que la destilería sufrió un accidente y quemó hasta los cimientos. Pero Tommy era un gato arisco, nadie se le podía acercar y menos tocarlo. Era tan violento que un día tuvo una discusión con el tren exprés de Aberdeen-Inverness, donde acabó con una pata menos, pero continuó viviendo hasta el cierre de la destilería para su reconstrucción.
El siguiente es Smitty, el gato de la gran Jameson. En la gran casa del whiskey Irlandés también tenemos un gran linaje sobre felinos que residieron y fueron contratados por la casa Jameson. Y digo "contratados" porque efectivamente lo estaban. Era un efectivo tan valioso que los jefes de Jameson&Sons hicieron firmar a los gatos un documento en el cual, a cambio de una cantidad de dinero (los cuales servían para comprar leche fresca para alimentarlos), ellos presentaban el servicio como a controladores de roedores en sus instalaciones. (¿Cómo firmaron los gatos los contratos? Eso lo dejo en manos de la imaginación del lector).
Tal era el afecto que le tenían a Smitty, uno de los más amados y efectivos sobre el terreno, que lo disecaron para recordarlo siempre por los siglos de los siglos. Actualmente lo podemos ver en la antigua destilería de Jameson, en posición de ataque y con ojos amenazantes, recordando la historia de su linaje a todos los visitantes.
Otro gran felino fue la Passport, la cual no destacó por su gran efectividad como cazadora, pero su historia es de las más curiosas. La pobre gatita la encontraron en un contenedor de carga lleno de barricas de bourbon que venía desde Kentuky, Estados Unidos. El viaje de más de 6000 quilómetros en trasatlántico, tren y furgoneta hasta llegar a la destilería de Glen Keith era toda una odisea de casi más de un mes. En el interior, cuando abrieron el contenedor, salió un gato famélico y delgaducho, mareado y tembloroso, donde el primer nombre que recibió fue Dizzy (mareada). Según dicen, sobrevivió lamiendo la condensación de las barricas de roble.
Dizzy fue renombrada Passport, ya que la destilería Glen Keith en ese momento hacía el famoso blend escocés con el mismo nombre (Passport). Desde el año 1993 vivió y cazó dentro de la destilería, pero el año 1999 la destilería tubo que cerrar, y una vez más, Passport tubo que viajar hasta la destilería de Strathisla. Durante la Navidad, la destilería cerró por reformas de modernización de las instalaciones, y para que Passport no se quedara en la calle, una de las trabajadoras la adoptó en su casa, donde vivió feliz y tranquila hasta el fin de sus días.
El último de la lista de felinos históricos no podía ser otro que el magnífico cazador de Glen Turret, el Towser. Comenzó su carrera de caza-ratones en los años 60 cuando era justo un cachorro, pero no le estilaba demasiado el hecho de ser un cachorro adorable, y ya apuntaba maneras justo al entrar en la destilería. La leyenda dice que su agilidad y destreza eran aumentadas gracias al hecho de que cada noche se le servía un buen vaso de leche con una cantidad generosa del mejor whisky de la casa.
Casa de The Famous Grouse en esos tiempos, la máquina de cazar ratones Towser vivió 24 años, en los cuales estableció un récord de 28.899 ratones cazados y entro en el libro de los Récords Guinness por tal meta. Lo calcularon observando a Towser durante un mes, contando los ratoncitos cazados y extrapolándolo al largo de su vida. Un método poco científico y no demasiado preciso, pero se puede afirmar, ya sea por su larga vida u su gran efectividad, Towser se ganó el efecto y admiración de grandes destiladores y hasta fue merecedor de su propia estatua de bronce en las instalaciones de The Famous Grouse.
El legado de Towser es amplio y por lo que parece tiene el futuro asegurado, ya que la destilería donde sirvió siempre ha habido más de un felino para proteger el grano, aunque con las normas actuales sanitarias, los gatos han pasado a ser una curiosidad turística, como ahora el Peat, también de Glen Turret, que saludaba y guiaba a los turistas por la destilería, o la de Barley, el cual se quedaba siempre dormido en la máquina de cobrar de la tienda de regalos de Highland Park y espantaba a los clientes pensándose que era un peluche.
Este pequeño relato llega a su fin, pero los gatos, adorados por los destiladores, continuarán estando presentes en las destilerías como una figura histórica, para proteger y velar por el whisky, por los siglos de los siglos. Larga vida a los gatos.
¡Sláinte! ¡Salud!
Escrito por: Eric Andreu Carvajal
Editado por: Sergi Artigas Aranda
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